La pobreza multidimensional y cómo afecta a las mujeres en Panamá.

La pobreza, comúnmente definida como la falta de ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas, a menudo va mucho más allá de la simple cuestión económica. Hablamos de una pobreza multidimensional cuando las personas enfrentan una serie de privaciones y desventajas interrelacionadas que limitan su capacidad para vivir una vida plena y digna. Es un fenómeno complejo y desafiante que afecta a millones de personas en todo el mundo. El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no solo mide la falta de ingresos, sino que tiene en cuenta 10 dimensiones de la pobreza: vivienda adecuada, servicios básicos, educación, trabajo, seguridad social, ingresos, acceso a la salud, nutrición, uso del tiempo y participación ciudadana. De esta forma, se puede tener una visión más completa y detallada de la situación de pobreza en el país.

Según datos del PNUD de 2021, aproximadamente el 25% de la población panameña vive en situación de pobreza multidimensional, siendo las mujeres y las niñas las más afectada debido a su mayor riesgo de exclusión social y económica. Una vez más, la brecha de género es la base de los datos más alarmantes que alejan a las mujeres de su desarrollo, la inserción laboral y la dignidad económica:

  • El 14.8% de los hogares encabezados por mujeres en Panamá viven en pobreza extrema, según datos del Ministerio de Desarrollo Social de 2021.
  • El 4,1% de las mujeres en Panamá nunca han asistido a la escuela primaria, en comparación con el 2,6% de los hombres, según el informe “La Pobreza en Panamá 2021” del INEC.
  • La tasa de desempleo de las mujeres es del 13,4%, mientras que la de los hombres es del 6,8%, según datos del INEC.
  • La tasa de participación laboral femenina fue de 49.7% en 2022, mientras que la de los hombres fue del 76.0%, según el INEC.
  • La base de la brecha salarial de género es del 25%, lo que significa que las mujeres ganan en promedio un 25% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas.

La desigualdad de género, denominador común entre los datos previamente mencionados, puede producirse por una coacción explícita de las leyes o a través de una supuesta libre elección condicionada por mecanismos estructurales e ideológicos según el sexo de nacimiento. Dichos mecanismos han sido disfrazados durante mucho tiempo de ¨convenciones o costumbres sociales¨. Hoy, se reconoce que la construcción social de la desigualdad de género en el ámbito laboral tiene sus raíces en estereotipos de género profundamente arraigados en la sociedad. Históricamente, se ha considerado que el papel de las mujeres en la sociedad es el de ser esposas y madres, mientras que el papel de los hombres es el de proveedores financieros para sus familias. Estos estereotipos se han transmitido de generación en generación y han sido reforzados por prácticas culturales, normas y leyes que han marginado a las mujeres en el mercado laboral. Además, los prejuicios y la discriminación han obstaculizado la participación plena y equitativa de las mujeres en el mundo laboral, lo que ha resultado en una brecha salarial y de oportunidades laborales entre hombres y mujeres.

Por consiguiente, no sorprende que aún al día de hoy el 69.6% de la Población No Económicamente Activa (NEA) en Panamá sean mujeres, en contraposición del 30.4% que son hombres. La Población No Económicamente Activa (NEA) es aquella que declara no estar ocupada, ni estar buscando trabajo. En 2022, se estimó que existen 1,242,242 personas en esta condición. Los principales motivos por los cuales las mujeres no buscan trabajo son: Otras responsabilidades familiares (34.0%), o porque asisten a un centro de enseñanza (20.4%). Entre los principales motivos por los cuales los hombres no buscan trabajo destacaron: Asisten a un centro de enseñanza (37.9%) o porque ya están jubilados o pensionados (33.9%).

Adicionalmente, otra gran barrera que enfrentan las mujeres en el mercado laboral panameño es la falta de acceso a servicios de cuidado infantil y familiar. Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el 2019 solo el 6% de los niños y niñas menores de 6 años en Panamá estaban en algún tipo de guardería o jardín infantil. Esto limita las oportunidades de las mujeres para participar plenamente en el mercado laboral y progresar en sus carreras. De hecho, cuando a la población NEA encuestada se le consultó si el cuidado de los niños es un impedimento para buscar trabajo, el 2.5% de las mujeres contestaron afirmativo, mientras que de los hombres solo el 0.7% detectaron esto como un impedimento.


En base a la información expuesta, es claro que la cantidad de obstáculos que existen para las mujeres a la hora de trabajar (falta de educación o instrucción, tareas del hogar, impedimento de su pareja, cuidado de niños o mayores, desigualdad de oportunidades, menor salario, etc.), hacen que sea más factible que a la hora de pensar en una planificación familiar, sean las mujeres se queden en casa y fuera del mercado laboral. En este orden de ideas, la pobreza multidimensional vuelve sobre su ciclo una y otra vez, manifestándose de muchas maneras en la vida de las mujeres y las niñas en situación de vulnerabilidad social y económica, como por ejemplo:

  • La falta de independencia económica de las mujeres provoca la falta de acceso a servicios básicos de salud, como atención médica y medicamentos, lo que aumenta el riesgo de enfermedades y discapacidades a largo plazo.
  • La falta de acceso a la educación y la formación limita sus oportunidades laborales y reduce su capacidad para participar plenamente en la sociedad. A menudo, las mujeres se ven obligadas a asumir trabajos precarios y mal remunerados, lo que perpetúa el ciclo de pobreza.

La violencia de género también es un factor importante en la pobreza multidimensional que enfrentan las mujeres y las niñas. La violencia doméstica, el acoso sexual y la trata de personas son solo algunas de las formas en que las mujeres y las niñas son víctimas de la violencia de género. Esto puede llevar a la exclusión social, la falta de acceso a servicios básicos y la pérdida de oportunidades económicas.

  • En una mirada mas positiva, sabemos que han logrado grandes avances en los últimos años y hoy contamos con argumentos que nos ayudan a demostrar ampliamente que derribar estas construcciones limitantes genera valiosos beneficios para los países, tanto a nivel social, cultural y económico. Algunos beneficios de la reducción de la brecha de género son:
  • Incremento de la productividad: Según un informe de la ONU Mujeres, cuando las mujeres tienen igualdad de oportunidades laborales, pueden contribuir más a la economía, lo que aumenta la productividad del país. Por ejemplo, se estima que si se redujera la brecha de género en la fuerza laboral en un 25% para el año 2025, se podría agregar $5.8 billones al PIB mundial.
  • Aumento en innovación: Según un informe del PNUD, al permitir que las mujeres tengan acceso a oportunidades laborales igualitarias, se amplía el grupo de talentos que pueden trabajar en diferentes sectores. Esto significa que las mujeres pueden aportar sus habilidades y perspectivas únicas para desarrollar nuevas ideas e innovaciones, lo que puede aumentar la competitividad del país en el mercado global.
  • Reducción de la pobreza: Según un informe de la ONU Mujeres, cuando las mujeres tienen igualdad de oportunidades laborales, pueden aumentar sus ingresos y mejorar sus condiciones de vida, lo que ayuda a reducir la pobreza. Además, cuando las mujeres tienen acceso a empleos bien remunerados, pueden invertir en sus hijos, lo que mejora la salud, la nutrición y la educación de los niños.
  • Mejora la salud y el bienestar: Según un informe de la ONU Mujeres, cuando las mujeres tienen igualdad de oportunidades laborales, tienen más control sobre su vida y su salud. Además, cuando las mujeres tienen acceso a empleos bien remunerados, pueden obtener mejores servicios de atención médica y nutrición, lo que beneficia tanto a ellas como a sus familias. Por ejemplo, según un informe de la ONU, la mortalidad materna se reduce en un 5% por cada año adicional de educación de la madre.
  • Impulso a la equidad de género: Según la ONU, cuando se brinda igualdad de oportunidades laborales a las mujeres, se está trabajando hacia la equidad de género, lo que puede mejorar las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad y en el lugar de trabajo. También puede reducir la discriminación y la violencia de género. Por ejemplo, según la ONU, en los países donde las mujeres tienen una mayor participación en la fuerza laboral, la violencia de género es menor.

Para abordar la pobreza multidimensional y proteger los derechos de las mujeres y las niñas en situación de vulnerabilidad social y económica, es necesario un enfoque integrado y holístico. Esto implica abordar los múltiples factores que contribuyen a la pobreza multidimensional, incluyendo la discriminación de género, la falta de acceso a servicios básicos, la violencia de género y la falta de oportunidades económicas. Es esencial trabajar con las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil para empoderar a las mujeres y las niñas y garantizar que tengan acceso a los recursos y servicios que necesitan para vivir una vida plena y digna. Solo entonces podremos crear un mundo en el que todas las personas, independientemente de su género o circunstancias socioeconómicas, tengan la oportunidad de prosperar.

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